martes, 9 de julio de 2013

Hagamos crecer las estructuras de seguridad turística


La dificultad que entraña el servicio de seguridad turística, al ser ésta muy dependiente de otras áreas y proceso administrativos, mayormente de naturaleza pública, hace necesario reflexionar sobre la cuestión.


El sector turístico necesita inexcusablemente del desarrollo de una seguridad turística integral que de respuestas, tanto a las demandas, como a los nuevos requerimientos de todo oferta o destino competitivo.

En seguridad turística, muchos de los servicios y procesos dependen de la implicación de otras áreas administrativas que, en la mayoría de los casos, son ajenas a la actividad, pero cuya participación es decisiva para alcanzar los objetivos previstos.

En este contexto, la intervención de las administraciones turísticas nacionales, regionales o locales, se convierte el algo decisivo para su competitividad.  

Una intervención de las administraciones turísticas que:
a)  Le permita chequear su propia estructura y admita íntimamente la necesidad de dotarse de elementos y recursos para desempeñar dignamente estos nuevos procesos.  
b)  Sea capaz de aglutinar voluntades y de generar “equipos mixtos” de seguridad turística conforme a lo que es expresamente necesario.
c)  Le permita crear con ello, un contexto seguro de crecimiento en materia de seguridad turística.

En definitiva, que tenga la capacidad de liderar y coordinar  una seguridad que es determinante para los intereses turísticos nacionales, mientras que para sus “colaboradores externos”, no deja de ser importante pero, no supone, más que la asunción de “nuevos procesos de trabajo” adicionales.   

Si esa función de liderazgo y coordinación por parte de las administraciones turísticas no se lleva a efecto con la debida intensidad y precisión:
a)  Peligrará dicho servicio de seguridad turística al ser meramente residual ya en sus propias estructuras turísticas de funcionamiento.
b)  No se alcanzarán los objetivos previstos.
c)  Se seguirá dependiendo de los azotes de una violencia e inseguridad no controlada.
d)  Permanecerán las dudas y el temor de no poder ofrecer un destino turístico en las debidas condiciones.
e)  Y finalmente, permanecerá la obsesión por la imagen y reputación que se dispone y se emite al exterior.   

Para terminar; huyamos del autoengaño en materia de seguridad turística, donde se le puede estar dando un “valor absoluto” a procesos de seguridad meramente testimoniales y/o superficiales.

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