martes, 3 de julio de 2012

La seguridad turística viene para quedarse

En los últimos tiempos, la seguridad en la actividad turística está adquiriendo cada vez mayor notoriedad, sobre todo si la comparamos con épocas pretéritas. Una seguridad que está empezando a ser percibida, no solamente, como factor estricto de servicio integral de carácter urgente y humanitario, sino como elemento decisivo de competitividad sectorial.
 

En este sentido, existen destinos, que podemos denominar como “normales”, donde la violencia e inseguridad no está tan presente o arraigada, o si lo está, es considerada como una violencia e inseguridad manejable y con escasa incidencia en sus intereses sectoriales.
 
Por otro lado, hay otros países o destinos que sí conviven o coinciden con situaciones reales de violencia, riesgos e inseguridad. Estos últimos son los más sensibilizados con este hándicap y los que más apuestan por incorporar procesos adicionales que contrarresten los efectos negativos de dicha violencia e inseguridad.
 
Estos últimos se ven abocados a tener que desarrollar servicios adicionales, aunque en su fuero interno les cueste hacerlo. Esta desgana se ve reflejada en muchas de sus intervenciones y apuestas, las cuales se siguen realizando de una forma que podemos denominar de “baja intensidad”.
 
Ello supone que muchos destinos y países, desarrollen procesos paralelos y/o colaterales que escasamente inciden en los objetivos que realmente persiguen (mejorar la situación, la imagen, la percepción y la competitividad de dichos destinos).
 
Paralelamente, entre los mercados y turistas, el factor de la seguridad turística está cada vez más presente, lo que está obligando a los destinos a tener que ir asimilando nuevos procesos y compromisos.
 
Procesos y compromisos que se irán consolidando hasta formar parte indisoluble de la actividad turística, y no solamente en destinos con problemas de violencia e inseguridad, sino hasta en los destinos que podemos denominar como “normales”. Nadie duda de que debe existir un servicio de emergencias, pero ¿por qué no atender también las emergencias en materia turística?
 
Y es que la seguridad turística ha venido para quedarse entre nosotros. Si no nos lo autoimponemos, nos lo impondrán los turistas y las diferentes realidades negativas.

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