viernes, 20 de julio de 2012

Negociar o representar los intereses de los destinos turísticos con problemas de violencia e inseguridad

Los destinos e intereses turísticos que conviven o coinciden con la violencia e inseguridad suelen estar muy condicionados a la hora de desarrollar cualquier tipo de iniciativa, política o proyecto. Y es que la existencia de la violencia e inseguridad en los destinos y sus consecuencias en materia de imagen y reputación genera dudas e intranquilidad en el conjunto de los interlocutores externos.


Me estoy refiriendo a los medios de comunicación, genéricos y específicos, a los agentes de viajes y turoperadores,  al conjunto de proveedores de servicios, a las compañías de marketing y publicidad, a los potenciales y reales inversores turísticos y colaterales y, por supuesto, a los turistas finales.

Ante los mismos, tanto los agentes públicos como privados, se ven obligados a presentar sus productos y servicios, sus iniciativas y políticas, en condiciones poco ventajosas para sus intereses. Se realizan esfuerzos adicionales para contrarrestar los efectos negativos y, en la mayoría de los casos, se sigue sin alcanzar los objetivos previstos.

Esfuerzos adicionales en materia tan dispares como el factor precio, las condiciones fiscales para la inversión, las acciones de relaciones públicas, el desarrollo de tácticas de convicción y argumentación especiales, el incremento del gasto en campañas de imagen y promoción turística, el desarrollo de modelos especiales de planificación territorial y sectorial, el desarrollo de equipamientos y servicios no previstos, etc.

A la hora de negociar o representar a un destino con todos estos factores, sería conveniente que tuviéramos en cuanta las siguientes actitudes:

1)    Mantener y alimentar los contactos.
2)    Ser sincero, transparente y creíble.
3)    No complicar más las cosas y los mensajes.
4)   Identificar como se percibe la crisis desde los mercados y desde esa realidad y percepción externa comenzar a buscar escenarios coincidentes.
5)    Ser amables y positivos.

martes, 3 de julio de 2012

La seguridad turística viene para quedarse

En los últimos tiempos, la seguridad en la actividad turística está adquiriendo cada vez mayor notoriedad, sobre todo si la comparamos con épocas pretéritas. Una seguridad que está empezando a ser percibida, no solamente, como factor estricto de servicio integral de carácter urgente y humanitario, sino como elemento decisivo de competitividad sectorial.
 

En este sentido, existen destinos, que podemos denominar como “normales”, donde la violencia e inseguridad no está tan presente o arraigada, o si lo está, es considerada como una violencia e inseguridad manejable y con escasa incidencia en sus intereses sectoriales.
 
Por otro lado, hay otros países o destinos que sí conviven o coinciden con situaciones reales de violencia, riesgos e inseguridad. Estos últimos son los más sensibilizados con este hándicap y los que más apuestan por incorporar procesos adicionales que contrarresten los efectos negativos de dicha violencia e inseguridad.
 
Estos últimos se ven abocados a tener que desarrollar servicios adicionales, aunque en su fuero interno les cueste hacerlo. Esta desgana se ve reflejada en muchas de sus intervenciones y apuestas, las cuales se siguen realizando de una forma que podemos denominar de “baja intensidad”.
 
Ello supone que muchos destinos y países, desarrollen procesos paralelos y/o colaterales que escasamente inciden en los objetivos que realmente persiguen (mejorar la situación, la imagen, la percepción y la competitividad de dichos destinos).
 
Paralelamente, entre los mercados y turistas, el factor de la seguridad turística está cada vez más presente, lo que está obligando a los destinos a tener que ir asimilando nuevos procesos y compromisos.
 
Procesos y compromisos que se irán consolidando hasta formar parte indisoluble de la actividad turística, y no solamente en destinos con problemas de violencia e inseguridad, sino hasta en los destinos que podemos denominar como “normales”. Nadie duda de que debe existir un servicio de emergencias, pero ¿por qué no atender también las emergencias en materia turística?
 
Y es que la seguridad turística ha venido para quedarse entre nosotros. Si no nos lo autoimponemos, nos lo impondrán los turistas y las diferentes realidades negativas.