miércoles, 9 de mayo de 2012

La inteligencia emocional al servicio de la seguridad turística


La dificultad que muchas veces entraña el desarrollo de procesos basados en la seguridad turística; hace que la implementación de la misma, requiera de esfuerzos y estrategias especiales. Estamos hablando de impulsar “procesos adicionales o de cambio” desde las estructuras turísticas existentes, para que se adapten integralmente, a las necesidades, tanto de los turistas y visitantes, como de sus propios agentes y procesos internos.


En este sentido, los destinos disponen un capital intelectual que les permite saber cuál es la situación “real – real”, en lo relativo al binomio inseguridad y actividad turística.
En base a los mismos, los responsables turísticos públicos han de saber interpretar la infinidad de matices, realidades y  mensajes que la inseguridad emite y que se han de convertir en la base de los procesos adicionales antes mencionados.

Una interpretación en base a la inteligencia emocional que:

a) Posibilita el uso de una gran fuente de sentimientos y emociones que tienen y/o soportan los diferentes agentes condicionados por la inseguridad.
b) Nos recuerda que el punto de vista más decisivo es el de los turistas – mercados.
c) Cada sector condicionado por la violencia e inseguridad tiene interiorizada muchas de sus respectivas necesidades en esta materia.
d) Aplicada a la seguridad turística ha de contribuir, inexcusablemente,  a la mejora de la calidad del destino y de sus procesos productivos.  
e) Los gobiernos, y más en concreto, los responsables de las áreas turísticas, se han de convertir en facilitadores, interlocutores y generadores de colaboración, en los procesos de “innovación creativa” que es lo que supone el intervenir en materia de seguridad turística.
f) La disciplina, la perseverancia y la capacidad de negociación e interlocución de dichos responsables turísticos, se convertirá en factor de superación y en incremento de una actividad turística, basada en saber gestionar unas nuevas relaciones.

Con todo ello, se superarán los sentimientos de frustración, el evitar poner en marcha procesos indispensables, la búsqueda infructuosa de atajos, el implantar como medida el “aquí no pasa nada”; el seguir viviendo en esa situación de incertidumbre, de desasosiego, de desorientación y de descrédito que en nada nos benefician.

Y es que está en juego nuestra credibilidad, como país y como destino, algo que merece de nuestra mayor implicación, también, en base a la inteligencia emocional.    

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